P. Isidoro Gutiez: Salió de Amurrio, pero no de Euskadi

El pasado día 23 de enero de 2021 fallecía, a los 88 años de edad, el religioso amigoniano P. Isidoro Gutiez Pérez. Natural de Villanueva de Odra (Burgos), el P. Isidoro nació el 31 de diciembre de 1932. Hizo su Primera Profesión el 14 de junio de 1950 en el Seminario San José de Godella (Valencia) y sus Votos Perpetuos tuvieron lugar el 14 de julio de 1956 en Hellín (Albacete). Fue ordenado sacerdote el 18 de marzo de 1961 en Elorrio (Vizcaya).
Estudió Filosofía en el Colegio Nuestra Señora del Rosario (actual Colegio Nuestra Señora de los Dolores) de Hellín (Albacete), formando parte de la primera comunidad del Colegio. De ahí fue destinado a la Casa del Salvador de Amurrio (Vizcaya), donde estudió Teología. Tras pasar por la comunidad del Grupo Benéfico de Bilbao, en 1962 fue destinado al Colegio Nuestra Señora de Monte Sión de Torrent (Valencia).
En 1963 partió hacia República Dominicana, donde recaló en el Instituto Preparatorio de Menores de San Cristóbal. Allí ejerció primero de educador y luego de superior, hasta que en 1968 regresó a España. Destinado a las Escuelas Profesionales Luis Amigó de Godella (Valencia), fue nombrado vicesuperior de la primera comunidad de esta casa, erigida canónicamente en septiembre de este año.
En 1971 regresó a Amurrio como vicesuperior de la Casa del Salvador, donde permaneció hasta 1982, cuando la casa fue suprimida canónicamente. Incardinado en la Diócesis de Vitoria en 1983, allí se le confió la Parroquia Santa María de Respaldiza, donde tuvo lugar su misa funeral.
Como recoge el P. Juan Antonio Vives en su necrologio, en la vida del padre Isidoro se pueden distinguir dos etapas bien diferenciadas: la primera, desde su ingreso en la Congregación hasta 1982, ya en la Casa del Salvador de Amurrio; y la segunda, desde que la Congregación decidió salir de Amurrio y el P. Isidoro decidió permanecer en Euskadi, "pues la tierra vasca y sus gentes le habían ganado el corazón".
"En ambas etapas, los sentimientos y valores que identificaron su ser y movieron su actuar fueron esencialmente los mismos y muestran el alma de una persona llana, humilde, cercana y afable con quienes le rodearon y siempre dispuesta a ayudar a todos, descuidando incluso a veces su propia persona para mejor atenderles. Si en la primera etapa de su vida su mayor preocupación fueron los niños y jóvenes con problemas, en la segunda lo fueron las personas de la tercera edad a las que atendió con ternura y por cuyo bien se interesó siempre", añade el P. Vives.
Descansa en paz, P. Isidoro.