“Homo peregrinus”

Con este palabro ha sintetizado Mons. Rodríguez Carballo, franciscano y número 2 en el Vaticano para la vida consagrada, cómo debería ser nuestro día a día ahora que regresamos a nuestras casas tras haber realizado el Camino de Santiago y participado en el encuentro de jóvenes franciscanos.
Más de 300 jóvenes franciscanos hemos convivido este fin de semana en Santiago de Compostela, después de peregrinar durante una semana, tal y como lo hizo Francisco hace 800 años. Estos dos días han dado para mucho: la vigilia de oración en el Monte do Gozo, la celebración penitencial, la misa del peregrino -con botafumeiro incluido- presidida por el cardenal Carlos Amigo, la catequesis de Carballo, momentos de oración, un concierto de Migueli y la eucaristía de envío de esta mañana.
El homo peregrinus busca aquello que realmente merece la pena y, cuando lo encuentra, es tal su alegría que no la puede calmar ni acallar. Recorre un camino que supone un encuentro consigo mismo, con los demás y con Dios. Un itinerario que lo hace con fe, con confianza, con disponibilidad, desprendiéndose de aquello que no es imprescindible y, por qué no decirlo, asumiendo riesgos. Pero camina tranquilo, porque sabe que va acompañado.
Este es el reto que nos han lanzado en este encuentro: continuar caminando hasta encontrar a Cristo en nuestra vida, como lo hizo Francisco. Pero cuidado, ya nos ha advertido Mons. Carballo, llegará un momento en el que tendremos que decidir, porque "no se pueden meter los dos pies en un mismo zapato". Él solo desea que no echemos "nuestra vida a perder porque es la única" que tenemos.
De Finisterre a Santiago
"Los que lo hacéis al revés", eso es lo que nos decían en los albergues donde nos hemos alojado estos días antes de llegar a Santiago. Como ya os contamos, comenzamos el lunes 28 de julio nuestra ruta en Finisterre y el jueves 31 de julio abrazamos al apóstol. Lo 'normal' es que este recorrido sea una prolongación del Camino de Santiago, es decir, una vez alcanzada la meta compostelana se emprende un epílogo hasta Finisterre. Pero quizá la clave está en no ser normales e ir 'contracorriente'.
Durante el camino de Finisterre a Santiago nos hemos encontrado con muchos peregrinos, pero que marchaban en el otro sentido. Eran encuentros esporádicos en los que solo daba tiempo a desearnos un buen camino. Eso sí, nos confirmaban que íbamos por el sendero correcto porque a veces las señales del camino eran dudosas. Por no hablar de Toto, el fisioterapeuta de Negreira que apareció de repente para atender los pies de Javi. ¿No veis aquí también pistas que las podemos aplicar en nuestra vida cotidiana? Ya dicen que el camino no termina en Santiago, sino que continúa cuando regresemos a nuestras casas.
Y hablando de casas, el viernes 1 de agosto visitamos dos donde la compasión y el confiar en la providencia están a la orden del día. Una de ellas ha sido el Cottolengo del Padre Alegre, donde residen personas pobres y con enfermedades incurables. La otra el asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, para personas mayores sin recursos.
Ahora solo falta que, una vez que volvamos a casa, sigamos caminando, como lo hizo Francisco.
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